A Valencia
Poema de María Fonellosa
y un tren que
camina lento entre arrozales,
y unas
huellas hundidas en la arena,
carcajadas y
juegos infantiles
que se
pierden en la memoria,
y cuando
trato de recordar, me mojan la mejilla.
Era noche,
cuando volví a cruzar los arrozales
de aquella
Valencia niña que dormida
me suplicaba
volver a ser mi vida.
Música y
fuego, no olvidar a mi Alameda.
Cuantas veces
he cruzado con los pies
cansados en
la naciente primavera
un cauce de
un río llamado Turia,
camino de la
Virgen Santa “ la Cheperudeta ”
Flor de
Valencia, estrella del alma mía.
Ya veo
aquella fallereta con un ramito de claveles
y a la abuela
con su oración en el alma,
mientras
miles de lágrimas corren viajeras
y bañan
los rostros de mi Valencia querida.
Es esta
tierra, capricho de la naturaleza,
busca cobijo
en cualquier rincón su belleza,
sus pueblos
son abrigo formando racimo.
En la
distancia suena la música, se ve subir la banda
por la
ribera, con la señera en las mano.
Sinfonía de
orgullosos marineros que han tejido
noches con
luna, la honra del sufrimiento.