Relato corto de María Fonellosa
De camino entre el cielo y el mar
Reina el paraíso.
Podría ser el bello comienzo de cualquier poema, pero en realidad es una historia de amor entre un Rey y su Reina, entre una mirada y una sonrisa, entre un silencio y una oración.
Así se siente y se ama el Desierto de las Palmas; desde la contemplación de lo bello, de lo insignificante, de lo que nos habla de DIOS y del hombre mismo despojado de todo aquello que le es inútil por perecedero.
La búsqueda de la esencia en la existencia sólo es verdadera cuando volvemos los ojos a nosotros mismos y a nuestro alrededor, no existe la felicidad sin la transformación de los valores del mundo. Aquello que nos aparta de este fin, que no es otro que la felicidad no es válido.
La íntima, la contemplación del paisaje en sus amaneceres, en sus atardeceres, nace como respuesta al MISTERIO de la vida. La respuesta, el silencio, el adorno de lo bello y su entorno es el centro de la existencia en la búsqueda del todo, que no es otro que el universo que me habla.
Nadie cuando comienza la búsqueda sabe a dónde va, pero se lanza a la aventura y su espíritu se revela con fuerza mostrando lo íntimo, lo que no se confiesa a nadie, esa explosión de sentimientos dormidos, extraños, pero dulces como la nana que le cantas a un niño. Así ocurre en un fin de semana. Una hora, un segundo, habla DIOS.
Es el alma misma quien se muestra y alimenta todas las células de tu ser, ya no huyes en cuanto ves la LUZ, aprendes a convivir contigo mismo, escuchas tu corazón y es entonces cuando la presencia del paisaje en la oración te posee.
El Desierto de las Palmas que pureza para hablar con DIOS.
El tomillo, la manzanilla, los cipreses, el cielo, el viento, el mar y el alma, el paisaje del Amor que todo lo da y nada pide.
Entre el cielo y el mar,
Existe la soledad.
Mi soledad, mi paraíso, mi paisaje.
Cierro los ojos, abro las manos,
La luz me cautiva el alma
Estoy en el cielo, en mi esta Dios
Me habla el Desierto del olivo y mi alma de Paz
Me habla el Desierto de una rosa y mi alma de Amor
Me hablan los cipreses del viento y mi alma del cielo
Terso y hermoso como la llama que nunca se apaga.
Como el canto del ruiseñor en la mañana.
El Desierto de las palmas ¿que eres si no, tú mismo paisaje? el bello vestido de un Rey.
Mis pensamientos se nublan ante la serenidad de la tarde y la risa callada de la naturaleza hermana que contemplo desde mi ventana.
Como la bella durmiente espera la llegada de su príncipe, así el amante espera la llegada de su amada entre zarzas, entre riscos salvajes se cuentan las palabras y dejan paso al poema, a la mirada. Se intima un Amor Divino, Eterno.
En la noche el éxtasis de la belleza estalla en esa meditación última que se recrea con pasión en la pobreza, una habitación desnuda, un crucifijo lo dice todo. Retorno a la niñez, al encuentro con los padres, al beso vergonzoso Nace la plegaria, la acción de gracias por el DON del AMOR y descubres la presencia del amigo, del hermano, del padre en el ALMA que te habla en la soledad de ese paisaje que simplemente vive.
La última oración, búsqueda de una estrella en un cielo sin nubes. Tan sólo… dos que parecen dos ángeles guardando la entrada al Paraíso.
Ya sobre la cama, el reflejo de los luceros en la noche y la pobreza del silencio, Dios y yo, la muerte y la vida.
Y volvemos al paisaje en la mañana dulce como el néctar que se desprende de la flor, ¿oyes? De nuevo el ruiseñor y la campana de la Iglesia, los cipreses, los caminos, el bosque y la montaña ora, te espera Dios en su Sagrario.
Sales de la cama al primer toque de campana, tienes hambre, pero sabes que antes has de darle los buenos días, ya vendrá el trabajo, que ahora el ALMA quiere alimentarse en su Señor.
Palabras de vida son ahora mi paisaje.
Quiero volver, quiero volver al Desierto de las Palmas.
Quiero sentir como sienten los ángeles.
Quiero, quiero poseer el tiempo.
¡Llevarme! La esencia de la rosa y la Eucaristía en la mañana.
Abrazar todo el cielo en mi ALMA mientras suena el Aleluya.
Hoy conozco un Paraíso que es delicia, que es fermento, que es alegría al peregrino.
De camino entre el cielo y el mar
Reina el paraíso.
Podría ser el bello comienzo de cualquier poema, pero en realidad es una historia de amor entre un Rey y su Reina, entre una mirada y una sonrisa, entre un silencio y una oración.
Así se siente y se ama el Desierto de las Palmas; desde la contemplación de lo bello, de lo insignificante, de lo que nos habla de DIOS y del hombre mismo despojado de todo aquello que le es inútil por perecedero.
La búsqueda de la esencia en la existencia sólo es verdadera cuando volvemos los ojos a nosotros mismos y a nuestro alrededor, no existe la felicidad sin la transformación de los valores del mundo. Aquello que nos aparta de este fin, que no es otro que la felicidad no es válido.
La íntima, la contemplación del paisaje en sus amaneceres, en sus atardeceres, nace como respuesta al MISTERIO de la vida. La respuesta, el silencio, el adorno de lo bello y su entorno es el centro de la existencia en la búsqueda del todo, que no es otro que el universo que me habla.
Nadie cuando comienza la búsqueda sabe a dónde va, pero se lanza a la aventura y su espíritu se revela con fuerza mostrando lo íntimo, lo que no se confiesa a nadie, esa explosión de sentimientos dormidos, extraños, pero dulces como la nana que le cantas a un niño. Así ocurre en un fin de semana. Una hora, un segundo, habla DIOS.
Es el alma misma quien se muestra y alimenta todas las células de tu ser, ya no huyes en cuanto ves la LUZ, aprendes a convivir contigo mismo, escuchas tu corazón y es entonces cuando la presencia del paisaje en la oración te posee.
El Desierto de las Palmas que pureza para hablar con DIOS.
El tomillo, la manzanilla, los cipreses, el cielo, el viento, el mar y el alma, el paisaje del Amor que todo lo da y nada pide.
Entre el cielo y el mar,
Existe la soledad.
Mi soledad, mi paraíso, mi paisaje.
Cierro los ojos, abro las manos,
La luz me cautiva el alma
Estoy en el cielo, en mi esta Dios
Me habla el Desierto del olivo y mi alma de Paz
Me habla el Desierto de una rosa y mi alma de Amor
Me hablan los cipreses del viento y mi alma del cielo
Terso y hermoso como la llama que nunca se apaga.
Como el canto del ruiseñor en la mañana.
El Desierto de las palmas ¿que eres si no, tú mismo paisaje? el bello vestido de un Rey.
Mis pensamientos se nublan ante la serenidad de la tarde y la risa callada de la naturaleza hermana que contemplo desde mi ventana.
Como la bella durmiente espera la llegada de su príncipe, así el amante espera la llegada de su amada entre zarzas, entre riscos salvajes se cuentan las palabras y dejan paso al poema, a la mirada. Se intima un Amor Divino, Eterno.
En la noche el éxtasis de la belleza estalla en esa meditación última que se recrea con pasión en la pobreza, una habitación desnuda, un crucifijo lo dice todo. Retorno a la niñez, al encuentro con los padres, al beso vergonzoso Nace la plegaria, la acción de gracias por el DON del AMOR y descubres la presencia del amigo, del hermano, del padre en el ALMA que te habla en la soledad de ese paisaje que simplemente vive.
La última oración, búsqueda de una estrella en un cielo sin nubes. Tan sólo… dos que parecen dos ángeles guardando la entrada al Paraíso.
Ya sobre la cama, el reflejo de los luceros en la noche y la pobreza del silencio, Dios y yo, la muerte y la vida.
Y volvemos al paisaje en la mañana dulce como el néctar que se desprende de la flor, ¿oyes? De nuevo el ruiseñor y la campana de la Iglesia, los cipreses, los caminos, el bosque y la montaña ora, te espera Dios en su Sagrario.
Sales de la cama al primer toque de campana, tienes hambre, pero sabes que antes has de darle los buenos días, ya vendrá el trabajo, que ahora el ALMA quiere alimentarse en su Señor.
Palabras de vida son ahora mi paisaje.
Quiero volver, quiero volver al Desierto de las Palmas.
Quiero sentir como sienten los ángeles.
Quiero, quiero poseer el tiempo.
¡Llevarme! La esencia de la rosa y la Eucaristía en la mañana.
Abrazar todo el cielo en mi ALMA mientras suena el Aleluya.
Hoy conozco un Paraíso que es delicia, que es fermento, que es alegría al peregrino.
Públicado en la página de la Unión Nacional de Escritores.
No hay comentarios :
Publicar un comentario