Luces en la sombra, un mirlo blanco en
sueños.
Senderos de poeta distraídos en
ausencia, dos
viajeros que no olvidan sus escritos en
otoños
amarillos. Doy fe de haber sido
insomnio vivido
al escuchar tu llanto disfrazado. ¡No
arrugues
el entrecejo ni escondas tus manos
doloridas!
Casi viejas, tan bellas que parecen dos
palomas
en la fuente de la plaza, ya solitaria de
lugareños
aún abrasada por el Lorenzo, pero tan
amadas
que olvidar no quiero. Sentiré tu
abrazo solitario,
¿Quién dirá después, que fuiste poeta?
Tal vez
ese sentir extraño que te escribe y
emborrona
papel mojado. Sí, mojado de tantas
lágrimas
sin palabras que de usar se hicieron
viejas.
Que extraña sinfonía nace en cada
despertar
y es fuente, sombra, luz y magia. Todo y
nada
Porque así me siento, como una ráfaga
de viento de molino Quijotesco en
tierras
de Castilla jugando como niño a ser
poeta.
Machado, Hernández, Lorca, Bécquer
sois mis testigos, os admiro y os
extraño
desde la ausencia. Palabras sin mentiras
cantos de la cigarra entre versos del
poeta.
¡Hombres libres por justicia! Y se
condena,
esos fueron vuestros pecados, destino
sellado.
Sentencia el letrado; por ser hombre y
poeta.
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